La génesis del paisaje urbano
La evolución del espacio urbano de Barcelona es, a groso modo, la historia de una fisonomía modelada por tres hitos:
La Barcelona Medieval: El Barrio Gótico es el mejor exponente del esplendor de la época, con atractivos arquitectónicos como el reciento de la Plaza del Rei, con sus iglesias, casas y capillas. Otros conjuntos sobresalientes son la Calle Montcada, con sus palacios nobles, o el Monasterio de Santa María de Pedralbes.
El ensanche y el Modernismo: La construcción del ensanche de cuadrículas diseñado por Cerdá, supuso un aprovechamiento acertado del espacio, pero genera un paisaje urbano monótono. El advenimiento del modernismo abre este paisaje mediante edificios clave, verdaderas joyas arquitectónicas fruto de la obra de Gaudí (La Sagrada Familia, Milá-Pedrera, La casa Vicenç, el parque Guell), de Puig i Cadafalch (Palacio Macaya, casas Amatller y Martí) y de Domenech i Montaner (el Hospital de Sant Pau, Palacio de la Música Catalana, etc).
La última fase, desde la Exposicion Universal de 1929 hasta la actualidad: Con motivo de la E.U. de 1929 se realizaron obras muy importantes, como la Fuente Mágica, el Palau nacional, el Poble Espanyol, o el Pabelló Mies Van der Rohe. Sigue a este periódo otro más centrado en los bloques residenciales, desde los años cuarenta hasta los noventa, con hitos importantes como las facultades universitarias, el Colegio de Arquitectos, la Fundación Miró o las Torres de oficinas Trade. Los Juegos Olímpicos de 1992 supusieron una fuerte apuesta por los equipamientos públicos, como el Parque de la espanya Industrial, las Torres Mapfre, y la Rambla del raval, así como otros culturales, como el MACBA, el CCB, la Ciutat del Teatro o el Auditori.